a este lado

me quedo a este lado de cama de día, de sol encadenado al árbol de afuera y persiana bajada, y fuego negro dentro, y tapones en los coches y bocinas y rumbos. mínima liturgia de vigilia, huésped eventual, pisando de puntillas, y polvo sacudido, antes de cerrar puertas, para que no pasen las huellas de vacío.
me quedo con los oscuros puertos de madrugada y engendros de lo capaz, con vómito hoy y otro mañana de lo que comí ayer, con las ofertas del asco, la vergüenza, la ignominia, lo vil, lo monstruoso.
me quedo a los pies del sueño, de cuevas estrelladas, resquicios que se abisman, esquinas que no tienen porqué doblarse, cumbres que allanan el camino y desembocan ríos; donde nace el verbo, se acuna a la palabra, crece lo nuevo, rige lo imposible.
 donde duermo. donde tal vez
 llegue a vivir.

2 comentarios:

mareva mayo dijo...

terrible y maravilloso texto, como el orgullo del dolor rotundo que avanza sin temor, sin nada que perder...
y tal vez siguiendo ese espíritu rosa-negra se vuelva luz la oscuridad.. y tal vez?

mareva mayo dijo...

Los heraldos negros

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!

Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o lo heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... Pobre... pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!


* para mirar a la mar, me quedo con el de Alberti... ;)