resina


en  este tiempo     
la   resina     
ha  bordado     
tu   nombre     
el mismo   tiempo
que      
     
ha seguido borrando     
   el      mío     


idoneidad recíproca equilibrada

vosotros, gnósticos del hombre, número y razón,
que perseguís herencias sostenidas en los estériles asideros del progreso, que justificáis a la especie, festejáis la existencia, creéis sinceramente, más allá de su efecto narcotizante, sabed que en el improbable caso de eliminar todo rastro de injusticia del hombre por el hombre, encontrareis en las otras especies el blanco de vuestro martirio a medida que sofistiquéis la sensibilidad, y descubriréis ciertas paradojas incómodas que destruirán vuestro credo o lo arrastrarán a las sombrías regiones donde se refugia la esperanza.
y sabed que al mundo no le importará.
vosotros, que no creéis sin embargo, que no buscáis en utopías ni os desvelan imposibles, no rompéis candados y os cruzáis de brazos ante las babas del diablo, escrupulosos con el ínfimo poder del hombro, y el inamovible telón de fondo, sabed que existen las depravaciones aún sin valor de eternidad, que está por llegar una gran revolución, que apoyareis, o no, al principio, y os espantará después y descubriréis ciertas paradojas incómodas que destruirán vuestro credo o lo arrastrarán a las sombrías regiones donde se refugia la infamia.
y sabed que al mundo sí le importa.

bastará para callarte

con el temple duro de piedra sorda atendí los gemidos de auxilio,
pensé una palabra tuya bastará para callarte y cosí
en un estrecho abrazo, un lazo del cuello a la eternidad en un viaje de boca seca y lívido aire en humo de ceniza hundida en los restos de hangares de un pecho calcinado.
ah: y el garabato de un desesperado deseo, la obstinación que quiere agarrar y se queda con el rastro de una marca entre las uñas, que duró nada, segundos, hasta que no hubo más que pedir, hasta que no hubo
más que
una lombriz roja en la comisura que se arrastraba por la tierna estupidez de quien cree vivir sin sangre en sus venas; digo, en sus manos.
viciadas con el vaho del aliento, las sienes me dijeron que estaba vieja la pobre, que pisó mucho suelo. y el brazo pesaba corona plúmbea.
   y las sienes confundieron vahos de distintos climas y lecturas en la sopa turbia de
turbadas burbujas perdidas, el excitado aire que las sube, y el vacío en la caída.
 me decía que era buena la vieja, que anduvo muchos suelos.
y a pequeños sorbos fui volviendo. sentí como lentamente todo se restauraba,
que menguaba
mi paquete.

________________________dos pieles__________

la distancia       separa

dos pieles
la distancia entre dos
la que nos
arroja pieles      de distancia
la distancia
que nos            corta
en dos

versos blandos

la tarde es blanda, hundida. olas tildan
la puesta. crestas tallan poco más
que un marco (callo siempre) calmo hoy,
espuma que el ocaso cierra sin
enfado; tregua, pausa, mar sin fuego, ni ganas,
ni embustes, ni embistes…   
sin embargo,
vaivenes gimen fugas. por la piel
se pierden tras el canto del sudor,
que pisa duro sobre el viento con
su tinta de noche rayando luz.
se eclipsan curvas, cuervas a señal
del vaho, cruzan señas en la cruz.
corrientes abren lances entre el gas,
confunden brumas. dudas van detrás
de espejos por y para soplos de
pistas, lindes. iris clavan la vista.
se aparta lejos del alto del palo mayor
la aciaga apatía, y zumban destellos fríos.
y los flujos, fuera del pentámetro yámbico,
silban en el tránsito de un instante.
por las venas
se aferran fuerte labios y pulmón.
y gritan, chillan, piden ciegos, al mar.
a tientas surcan límites propios.
la sien y el puño tiemblan hacia el sur,
que llama dentro al nervio,
ahí donde el dedo vibra de fe:
la tierra… tierra, ¡tierra!
¡tierra a la vis…!
a leguas, muchas leguas.
a muertos, muchos… a cuántos y más
metros de distancia.

-fe de erratas:   “versos blandos” por “versos blancos”-

pulso

 eché
                                       un pulso al gatillo
                                perdí

se me ha hecho tarde


se me ha hecho tarde sin darme cuenta.
la mañana pertenece a una sustancia decrépita que fluye por convulsiones entre los límites del organismo
y sacude el cuerpo al temblor de paredones exponiendo sus rostros en blanco,
miradas gritando arriba, clavadas al frente o cediendo el cuello ante el espanto de verse fusiladas.
en el interior de la piel se ven las heridas de metralla sobre las que resbalaron
y tatuajes impuestos de sangre turbia impresa que se hundió en la carne de un cuerpo mucho más decrépito.

se me ha hecho tarde sin darme cuenta.
la constante doméstica de cada día tampoco es inerme cuando se disuelve en la presión narcotizante de la tarde
y las espinas, pinchos y aguijones se adhieren a una flora y fauna superpoblada,
medrando la relatividad de sentidos sostenidos en un compás lento, con luces estrelladas bailando a ritmo del sopor,
y sus raíces abren el suelo, lánguida la amnesia se despereza confusa, atropellada,
la médula chirría en una cadencia avinagrada por la que se escapa la conmoción hacia un mundo mucho, mucho más decrépito todavía.

se me ha hecho tarde sin darme cuenta.
la frase cae constante en la caída,
un goteo cargado bajo la cornisa
que no me duele.
                    
se me ha hecho tarde, y no me pesa
no darme cuenta de por qué no duele…
un frío en la nuca perfora una idea.
la noche se acerca,           viene.